Fecha: 15/08/2023
Si los últimos tres años nos han dejado algo claro es que el planeta se está calentando. Cada verano las temperaturas suben hasta niveles récord, y las personas tratamos de adaptarnos y combatir el calor. Pero no todas las especies tienen las mismas herramientas de adaptación que los humanos.
La mayoría de los ecosistemas de la Tierra han evolucionado para sobrevivir dentro de límites específicos de temperatura, pero cuando el calor aumenta más allá de los límites naturales, estos delicados ecosistemas pueden experimentar cambios profundos y potencialmente mortales.
El calor extremo puede causar modificaciones en la distribución de las especies y la estructura de sus poblaciones, ya que puede forzar a los animales a salir de sus territorios en busca de mejores condiciones. En el caso de las plantas, puede implicar que ya no consigan sobrevivir y se enfrenten a la extinción. Las altas temperaturas, además, afectan los servicios ambientales que los ecosistemas realizan, como el almacenaje de dióxido de carbono.
Aunque el ártico es conocido como el ecosistema más vulnerable ante el calentamiento global, también existen otros que ya están experimentando cambios severos y potencialmente irreparables a causa del calor.
Arrecifes de coral
“Pequeños” pero poderosos, los arrecifes de coral cubren menos del 0.1% del suelo ocánico; sin embargo, acogen la mayor biodiversidad de todos los ecosistemas del planeta. Los arrecifes de coral ofrecen protección ante las inundaciones y son una fuente de sustento para 500 millones de personas en todo el mundo. También son de los ecosistemas más vulnerables ante el calor extremo.
Cuando se trata de altas temperaturas, la del aire no es la única preocupación. Los océanos también se están calentando, lo que causa el blanqueamiento de los arrecifes de coral. Esto ocurre cuando, por las altas temperaturas del agua, los corales expulsan las algas que viven en sus tejidos y se vuelven completamente blancos. Este proceso los deja estresados y muy vulnerables.
Según la UNESCO, los arrecifes de coral de los 29 Sitios de Patrimonio Mundial que incluyen arrecifes dejarían de existir a finales de este siglo si continuamos emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual. Algunos arrecifes icónicos ya han sufrido fenómenos masivos de blanqueamiento en los últimos años; de hecho, entre 2016 y 2017 la Gran Barrera de Coral de Australia perdió alrededor del 50% de sus corales por blanqueamiento.
Bosques tropicales
Como los arrecifes de coral, los bosques tropicales son de los ecosistemas más diversos del mundo: son el hogar de casi la mitad de las especies de flora y fauna del planeta. Alrededor de 1,2 mil millones de personas dependen de los bosques tropicales para sobrevivir, y todo el mundo se beneficia de sus tareas de regulación climática y almacenaje de carbono.
Tal y como los arrecifes, los bosques tropicales también son particularmente vulnerables ante los cambios extremos de temperatura. Estos ecosistemas están altamente interconectados y prosperan gracias a un delicado equilibrio de temperatura y niveles de humedad, que por lo general varían muy poco. El calor extremo puede distorsionar ese equilibrio y perjudicar el ciclo que mantiene a los bosques saludables.
Como resultado, muchas especies de animales y plantas que están adaptadas a estas condiciones especiales pueden enfrentarse a la extinción. El calor extremo, además, puede impulsar la propagación de enfermedades y aumentar el riesgo de incendios y desecación.
Igualmente preocupante es el hecho de que, conforme aumenta el calor y disminuye la lluvia, los bosques tropicales continuarán degradándose hasta convertirse en sabanas áridas. Perderán, por tanto, decenas de miles de especies y, además, su capacidad de almacenar dióxido de carbono.
Abastecimiento de alimentos, turismo, almacenaje de carbono y protección ante los desastres naturales son solo algunos de los beneficios de tener bosques y arrecifes de coral saludables. Claramente, asegurar la supervivencia y prosperidad de estos ecosistemas es fundamental para todos, ya que sus funciones no solo son esenciales para la flora y fauna, sino también para las personas.