Fecha: 29/11/2024
Los manglares tienen gran importancia ecológica: son focos de biodiversidad, protegen las costas de la erosión y las tormentas, y tienen un rol esencial en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta última cualidad es la razón por la cual son tan valiosos en la lucha contra el cambio climático; de hecho, los ecosistemas manglares pueden almacenar significativamente más carbono que los bosques. Estas ‘selvas azules’ actúan como sumideros de carbono, ya que secuestran grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y ayudan a regular el clima del planeta.
A pesar de cubrir un porcentaje relativamente pequeño de la superficie de la Tierra, su capacidad para almacenar carbono los convierte en aliados esenciales. Muchos de los manglares del mundo se encuentran en América Latina y el Caribe, donde no solo son valorados por su rol ecológico, sino porque son fundamentales para la subsistencia de millones de personas.
Lamentablemente, como ocurre con tantos ecosistemas, los manglares están amenazados por la contaminación y el desarrollo desenfrenado en zonas costeras. Sin embargo, América Latina cuenta con varios proyectos financiados internacionalmente y gestionados localmente para proteger y reforestar los manglares de la región.
Vida Manglar, Colombia
El proyecto Vida Manglar tiene como objetivo conservar y restaurar 7.500 hectáreas de manglares en la bahía de Cispatá, en la cuenca del río Sinú, en Colombia. En 30 años, se espera que estos ecosistemas secuestren cerca de 1 millón de toneladas métricas de carbono de la atmósfera.
Vida Manglar es una solución de conservación impulsada por el mercado, lo que significa que los créditos de carbono generados por el proyecto son vendidos en el Mercado Voluntario de Carbono. De estos, el 92% de los ingresos son reinvertidos en la comunidad de más de 12.000 personas que dependen indirectamente de los servicios ecosistémicos proporcionados por los manglares.
Jardim Gramacho, Brasil
Jardim Gramacho, en Río de Janeiro, Brasil, pasó de ser el basurero más grande de América Latina a convertirse en un próspero bosque de manglares en poco más de una década. Un ejemplo de la capacidad de la naturaleza para recuperarse, hoy Jardim Gramacho alberga una gran variedad de cangrejos, caracoles, peces y aves.
Para recuperar la zona contaminada, el vertedero fue cubierto gradualmente con arcilla, se retiraron los desechos y se instaló un sistema de drenaje de aguas pluviales. Fundamentalmente, se plantaron alrededor de 50 hectáreas de manglares a lo largo de los años, lo que permitió que la fauna regresara y el ecosistema manglar prosperara.
Laguna San Ignacio, México
La Laguna San Ignacio es Patrimonio Mundial de la Humanidad y se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, en México. Allí, los manglares juegan un papel significativo en la economía local y ofrecen protección contra el aumento del nivel del mar y las tormentas.
Con el apoyo de SeaTrees, una organización que financia proyectos de protección y restauración de ecosistemas de carbono azul, se están plantando 100.000 árboles de manglar en 25 acres de hábitat.
Significativamente, el proyecto se está desarrollando en colaboración con el grupo local Mujeres de El Dátil, quienes han recibido formación para participar de la siembra, monitoreo y mantenimiento de los sitios restaurados. Su participación es esencial, ya que es gracias a las comunidades locales que esfuerzos de restauración como este logran un impacto mayor y a más largo plazo.
Estas iniciativas son apenas una pequeña muestra de los muchos esfuerzos llevándose a cabo en la región para restaurar los ecosistemas manglares. Su desarrollo pondrá a América Latina en una mejor posición para adaptarse y enfrentar las consecuencias inevitables del cambio climático, además de ofrecer la promesa de un futuro mejor tanto para las personas como para la naturaleza.