Fecha: 17/10/2022
Los océanos cubren el 70% del planeta y producen al menos 50% de nuestro oxígeno. Además de ser fuente de alimento y subsistencia para miles de millones de personas, y de contener la mayor parte de nuestra biodiversidad, los océanos cumplen otra función esencial para la vida en la Tierra: ayudan a mitigar el cambio climático.
“Los océanos son el disipador de calor más grande del planeta. Absorben el 90% del exceso de calor causado por el cambio climático”, explica Charlotte De Fontaubert, experta global en Economía Azul del Banco Mundial.
Y aunque estamos más acostumbrados a escucharlo sobre los bosques y selvas, lo cierto es que los océanos son incluso más eficientes como sumideros de carbono, ya que absorben 20 veces más carbono que la vegetación terrestre, según el científico americano Ken Buesseler.
“Algunos de los efectos que estamos padeciendo durante la crisis climática serían mucho peores si no fuera por los océanos y su funcionamiento actual”, explica el Buesseler a PBS. En total, los océanos absorben el 23% de las emisiones de CO2 generadas por la actividad humana.
Pero este funcionamiento tan eficiente está en peligro; el trabajo de ‘amortiguador’ de la crisis climática le está pasando factura a los océanos. "Los efectos del cambio climático en los océanos son múltiples, complejos e interrelacionados," asegura De Fontaubert. Entre ellos, resaltan el incremento de la temperatura de las aguas, el aumento del nivel del mar y la acidificación.
Incremento de la temperatura
Diferentes estudios han identificado que el ritmo de calentamiento de los océanos se ha acelerado de manera notoria en los últimos veinte años. Esto tiene una serie de consecuencias catastróficas, como el aumento del nivel del mar, el blanqueamiento de corales, las modificaciones significativas en los patrones de las corrientes oceánicas y, por tanto, cambios en los patrones de migración de muchas especies marinas, lo cual afecta directamente a las comunidades costeras que dependen de ellas.
CO2 y acidificación
Mientras más CO2 absorben los océanos, más ácidos se vuelven. El CO2 reacciona con el agua de mar, disminuyendo el pH del agua y aumentando su acidez. Y según más ácidos se vuelven, menos capacidad tienen los océanos para seguir absorbiendo C02. Como con tantas situaciones relacionadas con la crisis climática, se trata de un círculo vicioso.
Además, la acidificación de los océanos pone en peligro miles de organismos y ecosistemas que son necesarios para mantener la biodiversidad marina y los medios de subsistencia de miles de millones de personas.
Carbono azul
Cuando se trata de combatir la crisis climática, el agua no es la única protagonista. De hecho, los ecosistemas de carbono azul son imprescindibles en esta batalla.
Carbono azul es el nombre que damos al carbono capturado por los ecosistemas oceánicos costeros, es decir, manglares, marismas, pantanos y praderas submarinas. Todos estos ecosistemas tienen sus raíces en el mar y secuestran y almacenan más carbono por unidad de superficie que los bosques.
Por tanto, los ecosistemas de carbono azul tienen un enorme potencial para ayudarnos a controlar el cambio climático. Pero, tal y como en el caso de los bosques y selvas, si los destruimos estaremos contribuyendo a liberar a la atmósfera todo el carbono que estos ecosistemas costeros han estado almacenando durante cientos de años.