Fecha: 28/11/2024
“Pagar justos por pecadores”. Una expresión que cada vez se usa más en el contexto del cambio climático y sus consecuencias. Y es que a menudo los países que menos emisiones producen son justamente los más impactados por el calentamiento global.
Es el caso de América Latina y el Caribe, una región que lidia a diario con los graves efectos del cambio climático –sequías, inundaciones, desplazamientos forzados– y que, sin embargo, es responsable por menos del 10% de las emisiones contaminantes a nivel global.
Una de estas dramáticas consecuencias es el aumento del nivel del mar, que afectará a todas las islas del Caribe y a las zonas costeras de Panamá, Colombia, Venezuela, Guatemala y muchos más países de la zona. De hecho, según los estudios del ministerio de Ambiente de Panamá, para 2050 ninguna de las 365 islas del Caribe será habitable por la rápida subida del nivel del mar.
Algunas islas, de hecho, ya están siendo desalojadas. En junio de este año el gobierno panameño reubicó a 300 familias de la isla de Cartí Sugdub, la más poblada del archipiélago de Guna Yala, a una zona montañosa en tierra firme. Estas familias se han convertido en los primeros refugiados climáticos oficiales de América Latina, y las predicciones científicas indican que están lejos de ser los últimos.
La subida del nivel del mar es el resultado del calentamiento de los océanos y del deshielo de glaciares y capas de hielo, fenómenos que son consecuencias directas del cambio climático. Particularmente preocupante es que la tendencia ha aumentado vertiginosamente en la última década; de hecho, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que en 2023 el nivel medio del mar en todo el mundo alcanzó un máximo histórico desde que se tienen registros (1993).
Sube el mar, baja el agua
Al mismo tiempo, América Latina padece un notorio problema de falta de acceso al agua. Según la Organización Mundial de la Salud y Unicef, en 2022 solo el 75,4% de la población de la región disponía de servicios de agua potable gestionados de forma segura; en otras palabras, 1 de cada 4 latinoamericanos no tiene acceso al agua.
A la contaminación y los problemas de gestión que dificultan el acceso al agua en América Latina se le suman el agotamiento de las reservas subterráneas y las sequías de tiempos recientes –otra consecuencia del cambio climático.
Tan solo en los últimos dos años la región se ha enfrentado a fuertes sequías con consecuencias significativas para la Amazonía brasileña, el Canal de Panamá y las capitales de Colombia y México, por nombrar solo algunos ejemplos.
Estos fenómenos climáticos extremos no solo dejan a millones de personas sin agua, sino que afectan también a los ecosistemas de la región, entre los que se encuentran algunos de los más diversos del mundo. Desde la selva amazónica hasta los arrecifes de coral del Caribe, los ecosistemas de América Latina desempeñan un papel crucial en la regulación del clima del planeta y en el mantenimiento de la biodiversidad global.
Sin embargo, estos tesoros naturales están bajo amenaza constante debido a la propia crisis que ayudan a mitigar. El aumento de la temperatura de los océanos, las sequías extremas y la deforestación están llevando a estos ecosistemas al límite, agravando los desafíos de países que ya cargan con el peso de un problema que apenas contribuyeron a crear.