Fecha: 11/03/2024
La huella ecológica es una manera de medir el impacto que las personas ejercemos sobre el planeta. Todos, sin excepción, dejamos un rastro a diario: consumimos productos y servicios, generamos residuos, contribuímos a las emisiones de carbono cada vez que nos montamos en el carro o prendemos el aire acondicionado.
Entender y calcular nuestra huella ecológica puede motivarnos a llevar una estilo de vida más amigable con el medio ambiente, en el que hagamos un uso más sostenible de los recursos naturales.
El concepto de huella ecológica fue creado en 1996 por William Rees, y se refiere a la superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos por un individuo, así como la necesaria para absorber los residuos que genera.
En otras palabras, es el total de recursos limitados del planeta que requerimos para mantener nuestro estilo de vida. Una gran parte de dicha huella tiene que ver con las emisiones de carbono, pero también incluye el uso de la tierra para cultivar nuestros alimentos, el uso de agua dulce y de productos derivados de los árboles, entre muchos otros.
¿De qué sirve conocer mi huella ecológica?
Si nuestra huella medioambiental depende de nuestro estilo de vida, estimarla nos puede ayudar a desarrollar hábitos más sostenibles, como reciclar, consumir productos locales con una menor huella de carbono y utilizar el carro con más conciencia. Una huella ecológica sostenible es aquella que, si se generalizara para todas las personas, no superaría la capacidad de carga del planeta.
Así como podemos calcular la huella medioambiental individual, esta medida también sirve como indicador de sostenibilidad a escala internacional. Por eso sabemos que algunos países tienen una huella ecológica mayor que otros. En América Latina, por ejemplo, México y Colombia tienen la mayor huella ecológica, seguidos de Perú, Argentina y Ecuador.
Cómo medir y reducir tu huella ecológica
La huella ecológica se expresa en hectáreas globales (hag) y se mide al restar los recursos que cada individuo consume de los que genera el planeta en un periodo de un año.
Producir bienes y servicios requiere de materia prima y energía, por lo que tienen un impacto ecológico. Durante su vida útil y al final de esta, dichos bienes y servicios producirán residuos, además de que ocupan espacio físico (infraestructura, etc.) lo cual reduce el terreno de los sistemas ecológicos.
Existen varias calculadoras online que, a través de una serie de preguntas sobre tus hábitos, te permiten medir tu huella ecológica individual. Entre ellas, la de Global Footprint Network y la de la Fundación Vida Sostenible.
4 formas de reducir tu huella medioambiental
Como hemos dicho, la huella ecológica de cada quién está ligada a su estilo de vida. Por eso, pequeños cambios en nuestros hábitos pueden ayudar a limitar nuestras emisiones de carbono y reducir nuestra huella ecológica.
Además, el reciclaje también ahorra en electricidad y agua, y por tanto en emisiones de CO2, pues siempre se producen menos emisiones en el reciclaje que en la producción de un producto a partir de materias primas.
Además, podemos reducir nuestra huella medioambiental al consumir productos locales y de temporada, cuya huella de carbono también es más reducida.
Más allá de optar por tipos de energía más sostenibles, como los paneles solares, todos podemos hacer pequeños cambios en nuestros hábitos diarios que harán que nuestro consumo de energía sea más eficiente y, por tanto, más amigable con el medio ambiente.
Elegir bombillos LED, utilizar el aire acondicionado con moderación y a temperaturas no demasiado bajas, apagar y desconectar los electrodomésticos cuando no se estén usando, poner la lavadora y el lavaplatos automático en ciclos más cortos y con agua fría… todas estas son maneras sencillas de mejorar nuestro consumo energético y, también, nuestra huella medioambiental.
El transporte es uno de los sectores que más emisiones genera. En regiones como América Latina, además, los carros son prácticamente imprescindibles. Si no podemos vivir sin ellos, podemos buscar maneras de utilizarlos de modo eficiente; por ejemplo, compartiendo el trayecto diario al trabajo o la universidad con otras personas, de manera que en lugar de 3 o 4 carros, se utilice uno solo.
También es cierto que las redes de transporte en muchos países de la región han mejorado considerablemente, por lo que el transporte público se ha vuelto una opción viable para muchos. Otro modo de minimizar el uso del carro es organizando tu rutina para que tus principales trayectos diarios sean suficientemente cortos para hacerlos a pie, o en bicicleta.
Por supuesto, cuidar del medio ambiente de manera general, es decir, no contaminar y dejar los espacios naturales tal y como los encontramos, también es una manera de mejorar nuestra huella ecológica. En definitiva, hay mucho que podemos mejorar si tan solo paramos a pensar por un momento en el impacto de nuestras acciones sobre el medio ambiente.