Fecha: 27/10/2023
Existen más de 100.000 áreas protegidas en todo el mundo. Estos santuarios naturales cubren alrededor del 15% de la superficie terrestre del planeta: un área más grande que los territorios de China e India juntos.
En América Latina, donde la conexión entre el cuidado de la naturaleza y el desarrollo humano es particularmente estrecha, se registran 1.949 áreas protegidas con una superficie protegida que suma más de 211 millones de hectáreas.
Pero, ¿qué son y para qué se han creado las áreas protegidas? Áreas protegidas es un término que abarca una serie de categorías, pero en general se refiere a espacios designados, ya sean terrestres o marinos, donde se conservan la diversidad biológica, los recursos naturales y los recursos culturales asociados al área. Un área protegida no necesariamente prohíbe la participación humana en ella, pero sí garantiza el uso sostenible de sus recursos.
¿De qué sirven las áreas protegidas?
Estos territorios cumplen muchas funciones indispensables y con alcances amplios que van mucho más allá del cuidado de la biodiversidad. Las áreas protegidas ayudan a mantener el aire puro, y el agua y los suelos limpios, pero también ayudan a mitigar el cambio climático y son una fuente de ingresos y subsistencia para millones de personas.
Además, para muchas comunidades que viven en o cerca de ellas, especialmente en América Latina y el Caribe, las áreas protegidas tienen un valor cultural y espiritual, pues las historias de estos pueblos suelen estar profundamente ligadas a la naturaleza que les rodea.
Más aún, las áreas protegidas pueden ayudarnos a garantizar nuestro futuro en la tierra:
Transición energética
Está claro que el mundo debe dejar atrás las fuentes de energía tradicionales y buscar soluciones renovables, como la energía solar, la eólica y la hidráulica. En esta última está basada justamente la transformación de la matriz energética en América Latina y El Caribe, y para que esa transición se lleve a cabo necesitamos de las áreas protegidas de la región.
En Perú, por ejemplo, más de la mitad del agua y una gran cantidad de capacidad instalada para energía hidráulica vienen de áreas protegidas. En Venezuela, el Río Caroní tiene un enorme potencial de generación de electricidad, por lo que es una buena noticia que el 86% de su cuenca se encuentre en áreas protegidas.
Salud y medicina
La salud de un ecosistema tiene un impacto directo en las personas que viven dentro o cerca de él. Pero también en aquellos que estamos más lejos: los bosques, por ejemplo, sirven como barreras naturales contra la propagación de enfermedades.
Además, las áreas protegidas ofrecen cientos de remedios naturales y plantas medicinales que son utilizados no solo por las comunidades locales, sino también por las grandes farmacéuticas para desarrollar medicamentos. Por ejemplo, la Ciclosporina, un fármaco inmunosupresor ampliamente usado en el trasplante de órganos, se obtuvo del Parque Nacional Hardangervidda en Noruega en 1969.
Defensa contra el cambio climático
Las áreas protegidas nos ayudan a incrementar nuestra resiliencia frente al cambio climático. Cuando los ecosistemas funcionan correctamente, ayudan a regular el clima y los ciclos hidrológicos; esto, a su vez, implica cambios de temperatura menos drásticos y acceso a agua dulce incluso en época de sequía. Menos deforestación significa también más acaparamiento de carbono por parte de los árboles, y menos sedimentos que contaminan las fuentes de agua.
En definitiva, aunque las áreas protegidas hayan sido establecidas originalmente para preservar su biodiversidad, a día de hoy resulta más que evidente que mantener estas áreas saludables es una manera de protegernos y preservarnos a nosotros mismos.